jueves, 18 de agosto de 2016

Los recuerdos de la ETIC # 18, relato de su fundación


Los recuerdos familiares 
por Pascual Zárate Avila

    La creación de la Escuela Técnica Industrial y Comercial # 18 fue un tema de sobremesa en la casa familiar. En la década de los años setenta, la ciudad de Salvatierra empezaba a gestionar la creación de escuelas preparatorias y secundarias nocturnas. Así que recordar cómo se inició la llamada ETIC # 18 era imprescindible.  

      El doctor Miguel Zárate Sánchez, —entonces un hombre de 65 años, con esa voz lenta, además de  ronca por su hábito empedernido de dar fumadas a los cigarrillos Alas, Casinos, Del Prado o Fiesta—, hablaba en el comedor, sentado en una mesa grande de madera hecha con  árboles de sabinos que le vendieron los estudiantes del taller de carpintería de la escuela primaria La Reforma, que estaba en una habitación decorada con los cuadros de acuarela representando frutos y flores, un poco incompletos, que estaban ahí por ser los trabajos finales de sus hijas al terminar la escuela Primaria en el Colegio Guadalupe Victoria. 

     Ahí al final del plato de los consabidos frijoles, al escuchar el alta voz de un carro que anuncia una insistente convocatoria para que los egresados de secundaria se inscriban en la  escuela Preparatoria del Colegio Guadalupe Victoria, creada en 1970. 

     Al escuchar el alto parlante, se le vino el ánimo de rememorar los meses cuando se reunía con los doctores Leandro Marmolejo, compañero de clases en la escuela de medicina de la UNAM, allá en la década de los años treinta; con Alfonso Díaz de la Serna y Córdoba, Carlos Tena y con los ingenieros Bernardo Cartas y Fernando Coronado, corriendo el año 1945, para integrar el cuerpo docente de profesionistas que fungirían como profesores voluntarios para iniciar las clases de una escuela de educación secundaria técnica. 

     Recordó, no sin cierta frustración, el año que impartió la clase de Biología a la primera generación de estudiantes.  

     En aquellos años era un joven médico de 36 años, director del Hospital Civil y del Centro de Salud desde 1940,  que tenía una hija nacida del fruto de su relación sentimental con su  joven compañera enfermera que había conocido hacía seis años, cuando era jefe del sector Salud en Acámbaro, Guanajuato, y que en 1945 estaba embarazada de su segunda hija.

   Recordaba que las clases de Biología fueron su primera y única experiencia como profesor y que no había sido un trabajo voluntario que rememorara con agrado.  

    Platicaba que se reunían en la casa del ingeniero Bernardo Cartas, y que todos ellos eran profesionistas avecindados, en lo particular, él era oriundo de una comunidad del municipio de la Piedad Cavadas, Michoacán, llamada Taquiscuareo. 

    La casa  de las reuniones de los profesionistas voluntarios es la que está ubicada en la calle Zaragoza, entre las calles de Juárez y Ocampo. Era la casa del ingeniero Bernardo Cartas, ahí realizaron las tareas de inscribir e impartir las primeras clases a un grupo de aproximadamente 25 alumnos, quienes  eran de diferentes edades e intereses, y fueron convencidos de que se arriesgaran a formar parte de la primera generación de la secundaria y con ellos completar el grupo necesario para que se hiciera oficial su creación por la SEP 

     Recordaba que no eran todos aplicados y comprometidos con la tarea de estudiar, por lo cual, según el doctor Miguel Zárate Sánchez, resultó un tanto difícil ser u maestro novel. 

     Los compromisos de su función como director del Hospital Civil y del Centro de Salud, el embarazo de su joven pareja y nacimiento de su segunda hija, las tareas de atender la consulta particular, además de la situación política, una situación convulsionada en el estado de Guanajuato por el avance de la rebelión social de una organización que convocaba un numeroso contingentes de campesinos agrupados ya en un movimiento popular, impulsado desde la jerarquía de la iglesia católica, a través de la Unión Nacional Sinarquista, organismo que sufrió una mutitudinaria masacre de sus integrantes en la ciudad de León el 2 de enero de 1946; convulsión social y política, porque sobrevino la desaparición de poderes en todo el estado: ayuntamientos, diputados y gobernador el 11 de enero de 1946, todo esto, durante los meses de reuniones para el inicio de clases. 

      En esas circunstancias, arrancaron las clases, con  el grupo de profesionistas y vecinos de la ciudad de Salvatierra de buena voluntad, esperando con ansia recibir el acta de creación de la secundaria, según la promesa de las autoridades nacionales de la Secretaría de Educación Pública radicadas en la ciudad de México, D.F.  

     Mientras se oficializaba la escuela secundaria, el doctor Leandro Marmolejo fungió como Director Interino, esperando que el Departamento de Escuelas Secundarias Técnicas Industriales y Comerciales, asignaba al personal contratado pola Secretaría.  

    La situación era de angustia e incertidumbre para todos los profesionistas que voluntariamente fungieron como los profesores durante los primeros meses de haber realizado la inauguración de clases, por la situación estatal de caos e ingobernabilidad.  

    Todos sentían responsabilidad de los jóvenes inscritos que podían perder su año escolar al no concretarse la oficialización de los estudios, debido a la desaparición de poderes la sustitución del gobernador y el presidente municipal de Salvatierra. 

     Además sentían la presión del descontento popular y temían cambios drásticos en el gobierno estatal que tenía que ver con su ocupación laboral, dado que sus fuentes de ingresos provenían de ser empleados en diferentes Secretarias del Gobierno Federal, sobre todo en Salud  Pública y Recursos Hidráulicos,  ya que en ese tiempo, estaban construyendo en Acámbaro la Presa Solís  y en Salvatierra, el nuevo edificio del Hospital Civil. 

   Las circunstancias históricas y familiares del momento no  estaban para estar tranquilo, la situación  impactaba en el ánimo cuando el doctor Miguel iba a impartir sus clases de biología, — lo narraba de manera singular—, en esos tiempos tambiénle pesaban sus problemas internos derivados de la dinámica paternal por la crianza de sus hijas pequeñas.  

   No le era muy satisfactorio su trabajo como profesor voluntario, lo decía con cierta contrariedaddado que el ambiente de aprendizaje del grupo era de poca vocación de estudio, recordando que tuvieron que presionar a varios estudiantes para inscribirlos casi de manera forzada y poder crear el primer grupo.  

     Contaba, con cierto sentido de moraleja, que impartir la clase de biología,  sin programa de estudios siguiendo un libro de los que había encontrado y que no tenían una didáctica para la enseñanza en la secundaria, le resultaba difícil, y con mayor razón a un estudiantde los mayores, que no le veía el caso de estudiar esa materia.  

     El alumno inquieto le descomponía el orden y compostura de los demás estudiantes del salón, lo cual le dio una sensación de disgusto y frustración como profesor.  

  Entre esos primeros estudiantes, algunos ya tenían la edad de 15 años, y eran ellos quienes expresaban estar más interesados por entrar a trabajar a la fábrica de hilados y tejidos La Reforma como obreros, que estudiar una carrera profesional. 

     Con cierta risa de presagio, con ánimo de decir una sentencia, platicaba el Doctor que el estudiante más inquieto y desobediente, al que varias veces le llamó la atención, advirtiéndole que aprendiera no sólo la materia sino también a comportarse de manera disciplinada lo encontró diez años mas tarde y, efectivamente le dijo: "Doctor: si tenía razón con sus reprimendas", pues supo como se desarrollaron económica y profesionalmente algunos de sus compañeros de secundaria con sus carreras universitarias. 

     El reto  como profesor fundador de la escuela secundaria técnica en sus primeros meses de clases, lo vio con gran claridad, decía que la tarea era despertar el amor por el estudio en los jóvenes, y encausar la vocación del trabajo técnico que ya tenían, pues aspiraban a trabajar como obreros en la famosa fábrica La Reformahacia la meta de que abrigaran cursar los estudios profesionales. 

     Hoy, setenta años de ese acontecimiento fundacionalpodemos hacer un recuento de esa visión que compartió en charla familiar el doctor Miguel Zárate, que tuvo el privilegio histórico de ser uno de los profesores que iniciaron escreación escolarla enseñanza secundaria que es el periodo más fértil para el aprendizaje de valores y en donde pueden encontrar la vocación para realizar estudios profesionales. 

     Y mucho ha hecho en ese sentido la que fue la Escuela Técnica Industrial y Comercial # 18, ahora denominada Escuela Secundaria Técnica # 2, con los jóvenes salvaterrenses desde la mitad del siglo pasado.   

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