sábado, 18 de mayo de 2013

El códice de Chicomoztoc, la montaña sagrada del cerro del Culiacán, patrimonio cultural de Salvatierra, Gto. por Armando Escobar


Salvatierra, y una historia por contar

Primero que nada  un agradecimiento a los organizadores de este evento, quienes me han invitado a compartir con ustedes algunos trozos del antiguo existir de este terruño y su región, muy especialmente  al Mtro. Pascual Zárate quien me ha pedido que les exponga una parte de nuestras largas conversaciones sobre la historia de Salvatierra  y que ha creído  que pudiera serles de interés a ustedes, y claro mi agradecimiento a ustedes por su presencia.
Es para mí un enorme privilegio y gran gusto estar aquí aunque sea una grabación, que ya les explicará el Mtro. Zárate, que por una reciente craneotomía que se me hecho, el neurólogo que me está tratando me ha dicho  hace dos días  que no es aconsejable por ahora  viajar. Así que me estoy privando de caminar por las añosas calles del terruño  y más, en unas fechas tan emblemáticas para nuestra ciudad en que se conjugan una festividad religiosa (la fiesta de la Candelaria, por la principal  patrona[1], Nuestra Señora de la Luz o de las Luces, y otra civil,  la del ahora 366 aniversario de  la expedición del título de ciudad.
Esta conferencia, estará dividida en cinco apartados  a través de los cuales deseo dar algunos aportes para la fascinante historia de nuestra excepcional ciudad; no se crea que habrá grandes novedades, pero sí una visión diferente de ellos. He denominado a esta intervención como:

Salvatierra, y una historia por contar

Que será la que, espero sea pronto, se publique completa y no en parte como ahora, para ustedes junto con otros materiales que ya tengo seleccionados.
    Sobre Salvatierra, se han escrito ya muy buenos estudios e historias y por mencionar sólo tres ejemplos nos referiremos al trabajo insuperable del estudioso don Melchor Vera “Guatzindeo-Salvatierra, Apuntes para una historia local, civil y religiosa “ que fueran reunidos y publicados en 1939 con motivo  la coronación pontificia de Nuestra Señora de la Luz; otro es el realizado por el inolvidable y acucioso investigador y cronista, Vicente Ruiz Arias, que si bien su publicación “Historia Civil y Eclesiástica de Salvatierra…” hecha en el año de 1976, es modesta en su impresión por las circunstancias del momento, no lo es por su contenido ya que posee una muy importante información y abundantes imágenes, producto de sus largas investigaciones archivísticas. Y recientemente las espléndidas publicaciones realizadas por el contador Miguel Alejo López, actual cronista de la ciudad y que son ampliamente conocidas y difundidas. Hay muchos más trabajos, conferencias y ensayos que por la brevedad de este evento omito. Todos estos estudios e historias son loables esfuerzos que tienen por común el gran aprecio y afecto que ellas y ellos han mostrado hacia nuestra, ahora mágica Salvatierra.
I
Los antiguos ayeres
 Es ya sabido que el mayorazgo don Gabriel López de Peralta, insistió desde 1640, como lo había hecho en 1608 Jerónimo López de Peralta, en la fundación de una Villa o Ciudad en el Puesto o Congregación de San Andrés de los Chochones. En aquel entonces, los protagonistas del intento de fundación en el Valle de Huantzindeo fueron el ya mencionado Jerónimo que ofrecía para la misma varias estancias de su mayorazgo y Cristóbal Cano de Molina dueño de tierras en la región y regidor de la Villa de Celaya quien era el encargado de realizar las gestiones a nombre de los presuntos fundadores; el nombre que proponían para la nueva población, como ya es sabido fue el de la Villa de la Nueva Madrid, y gobernaba por segunda vez la Nueva España el virrey Luis de Velasco, marqués de Salinas. El asunto de la fundación y sus complicados antecedentes es interesante, pero no lo trataremos esta vez para enfocar nuestra atención en otros antiguos ayeres.  

Los antecedentes de la fundación
relativos a esta Conferencia.

Las estancias de tierra y caballerías[2] ofrecidas por Gabriel López de Peralta y de las que presentó títulos para justificar su propiedad  fueron 42 en 29 números.  Esto lo reconfirma  el donante  en abril de 1646 cuando vino desde México (dos años después de fundada)  a la a la nueva ciudad, don Pedro de Navia, fiscal y juez de comisión por el virrey Sarmiento de Sotomayor, para amojonar la jurisdicción de la ciudad y repartir las tierras ofrecidas por don Gabriel,  el cual hizo la aclaración de que el reparto de ellas sería sin perjuicio suyo y en tanto no se le remunerara lo que tenía pedido en la cantidad y estimación de lo que valían. En la descripción somera que se hizo de cada título numerado  como se ha dicho del uno al veintinueve, destacan para el interés de esta exposición cuatro de ellos, los número 3, 4,2 0 y 21 y son los siguientes:

3.   Dos títulos de estancias de ganado mayor en términos de Yuririapúndaro, el uno a la falda del Cerro que llaman Quluacán,  aguas vertientes al río Grande, en el llano que dicen Las Charcas;  y el otro a la falda del Cerro que llaman  de Guaruato aguas vertientes al llano de Tarimoro, donde están dos árboles que llaman guajes, en un arroyo seco que baja del dicho cerro, de que se hizo  merced el 20 de marzo 1584 a Cristóbal de Vargas Valadez, gobernando en la Nueva España la Real Audiencia.

4.   Un título de un sitio de estancia para ganado mayor en términos de Yuririapúndaro a la falda del cerro que llaman de Aguaruato, que por otro nombre dicen La Gavia, aguas vertientes al llano que dicen de Juan Martín, al linde con estancia de Alonso Rebollar, y se hizo merced el 7 de marzo de 1584  a Francisco Díaz  gobernando la Real Audiencia.

20.Un sitio de estancia y caballería y media de tierra con otros seis sitios que hubo y compró el tesorero Jerónimo López de Peralta en almoneda pública, el  12 noviembre de 1580, a los herederos de Hernán Pérez de Bocanegra, como consta en su favor, y los sitios son los siguientes:
Uno sitio de estancia de ganado mayor  que dicen “Las Charcas” en la sabana de Tarimoro…; otro  sitio de ganado mayor en la falda del cerro de Guaruato, que va a dar a la estancia de Luis Ponce; otro en términos de Tarimoro; otro en dichos términos con caballería y media de tierra; otro en los dichos términos; otro en los dichos términos en unas ciéngas o arroyo que se dice Urireo; otro a la salida de la sabana de Tarimoro entre dos cerros que dicen Aruacán (Culiacán)  y Auaruato; otro de ganado mayor en el fin de la sabana de Tarimoro.

21.Íten, otro título de un sitio de estancia para ganado mayor en términos del pueblo de Acámbaro en la falda de la sierra de Aguaruato, en una quebrada que la dicha sierra hace, y del que hizo merced el virrey de la Coruña a Pedro García del Valle, el dos de mayo de 1582 en cuyo derecho sucedió el tesorero Jerónimo López de Peralta que el susodicho otorgó en su favor el 4 de mayo de 1582.
Queda claro por lo anterior que los dos cerros: el de Culuacán y el de Aguaruato quedaban juntos y este punto nos servirá para mas delante.
II
Sobre este asunto se ocupó arduamente  desde finales de la década de los treinta, hasta su sentido fallecimiento en México el reconocido antropólogo  y etnólogo alemán, Dr. Paul Kirchhoff
Presidiendo el fértile Valle de Huantzindeo[3] se encuentra la señorial ciudad de Salvatierra, frente al imponente cerro de Culiacán (2830 mts), mítico nombre en náhuatl que se ha interpretado como Colhuacatepec y que fray Bernardino de Sahagún identificara como Coliuhquitepetl yctacan, es decir en donde está el cerro Coliuhqui y que situaba en la frontera entre los meshica y michuaca o tarascos.to en 1972 cuando trabajaba incansablemente en la reedición de su obra “Historia tolteca-chichimeca”;  terminaron la misma sus grandes expertos y ayudantes, los investigadores: Luis Reyes García y Lina Odena Güemes.
El Dr.  Kirchhoff estudió con mucho detenimiento el famoso códice “Historia Tolteca-Chichimeca” del  que se encuentran varias copias en la sección de Códices Mexicanos de la Biblioteca Nacional de París. Originalmente se hallaba en Cuauhtinchan, del actual estado de Puebla, donde fue pintado y  al que posteriormente se le agregaron textos en náhuatl. Este códice contiene diversos asuntos y narra entre otros  la migración del pueblo tolteca-chichimeca y su salida del lugar de las siete cuevas, el legendario “Chicomoztoc”, su paso por Tollan o Tula y la llegada y asentamiento de una rama de este grupo a Cuauhtinchan.
Veamos algunos pequeños trozos de esta narración que como es típico en las narraciones nahuas y en general prehispánicas son repetitivas. Aclaramos que el orden en que lo  hemos puesto no es el del original, y se ha  abreviado para no extendernos, por ahora, en  este asunto:
Se dice en el códice:
“[Este] es el libro de la Conquista… aquí están los pueblos que eran complemento del tolteca…“…Cuando amaneció fueron a Colhuacatepec. El mismo el día 13 Xochitl, llegaron a Colhuacatepec-Chicomoztoc…”
Es menester decir  que este lugar es identificado por Kirchhoff como el cerro del Culiacán,[4] y como sustento a su aseveración sus ayudantes Reyes y Odena, dicen: “En apoyo a esta identificación es necesario agregar que en esta fuente[“Historia tolteca-chichimeca”] en los párrafos 172 y 179 a este Colhuacatepec se le llama [también] Culiuhquitépetl ycatcan= [que quiere decir] donde está el cerro de Coliuhqui y [Fray Bernardino de]Sahagún, quien al hablar de las montañas [de la Nueva España] menciona el cerro llamado Coliuhqui, y especifica que está situado en los linderos de los mexica y los michuaca…”
Vemos a continuación la lámina de la hoja 16 v del mencionado Códice donde se aprecia el Colhuacatepec y dentro del sagrado lugar se encuentra Chicomoztoc o sea donde están las siete cuevas y es por eso que se la menciona como el Colhuacatepec Chicomoztoc,  abajo a la derecha con el cuerpo pintado de negro se encuentran dos personajes claves en esta narración, en la parte superior está Icxicouatl y  bajo él, Quetzalteueyac.




Siguiendo la narración del códice  dice,  que ahí:]
Icxicouatl y Quetzalteueyac cumplieron con su deber. [Y que] Allá en Colhuacatepec, hicieron su signo, su señal.[5]
Y se preguntaba  el uno al otro ¿acaso será aquí? [el lugar prometido] A ver, tienta y tentó y dijo ¡Aquí es!
“…y luego se sentaron a hacer sus ritos invocando a su creador e inventor [y] estaban con aflicción  en Colhuacatepec..” e Icxicouatl le preguntó a Quetzalteueyac: “ a ver golpea la cueva, al cerro de  Culiuhquitépetl…” y le pidió cumplir pronto con su labor ya que con su tardanza hacían sufrir al creado y hacedor; de esta manera  golpeó al cerro y a la cueva.  Los  auxiliares de Kirchhoff refieren que el hecho de golpear la cueva  significaba un acto de creación, es decir de hacer surgir al ser humano y citaban para ello que consignó el  franciscano fray Jerónimo de Mendieta:
Que los antiguos decían “que había un Dios en el cielo llamado Citlalatonac  y una diosa llamada Citlaicue y que la diosa parió una gran navaja o pedernal y los otros hijos de esos dioses espantados decidieron echar del cielo al pedernal y lo tiraron  a la tierra, [y lo arrojaron] en Chicomoztoc, y de ahí salieron muchos dioses.[6] Otros pueblos, -sigue diciendo el mismo Mendieta-, aseguraban que el Sol había echado una flecha en un hoyo (cueva) y del mismo había salido, aunque incompleto un hombre, y luego una mujer…”
Sea como fuese, el hecho de que Quetzalteueyac haya golpeado la cueva  se ha interpretado como un acto de creación y que esto se había hecho en el interior del Cerro de Culiacán donde se encontraba el mítico Chicomoztoc. Sigue narrando el códice que:
Pasado un tiempo “…ya salen de Chicomoztoc, de dentro del  Colhuacatepec, nuestro padre, nuestro conquistador…todos los hombres chichimeca, todas las mujeres chichimeca…”…He aquí el relato de los chichimeca…Al salir de Chicomoztoc, los tlatoque, complemento de Icxicouatl y Quetzalteueyac hicieron grandes y admirables hechos en Colhuacatepec.
 Y pasado un tiempo, se dice en el códice, que los  tolteca-chichimeca decidieron emigrar y después de mucho caminar:
“En el año 1 técpatl, llegaron (los tolteca-chichimeca) a Tollan (Tula). Desde allá de Colhuacatepec partieron los tolteca chichimeca...junto con los nonualca chichimeca…Durante un año estuvieron aún contentos los que eran complemento de los tolteca chichimeca. En año dos calli ya tienen fricciones, ya se enemistan…”
O sea que permanecieron en Tula un tiempo, es claro que no es un año sino cierto tiempo y en ese lugar surgieron diferencias entre los integrantes del pueblo y un grupo decidió continuar su peregrinaje y siguieron su migración, hasta que llegaron a Cuauhtinchan, en el actual estado de Puebla que es donde se establecieron y permanecieron. Ahí en ese lugar se pintó el antiguo códice conocido ahora como “Historia Tolteca-Chichimeca”  para conservar la memoria de sus andares y lo en ellos acontecido.
III
Es ya de sobra  sabido que el segundo encomendero de  Acámbaro, que lo era ya desde 1538, fue el destacado personaje y noble cordobés Hernán Pérez de Bocanegra, casado Beatriz Pacheco y padre  de una numerosa familia. [7] Lo mencionamos debido a que su influencia será determinante para el área de nuestro estudio, el Valle de Huantzindeo. Pero además hay que recordar que Hernán Pérez, fue encomendero de una vasta región que  comprendió a  Acámbaro, Apaseo y Querétaro.
Como es usual, don Hernán, pronto obtuvo mercedes de tierras en toda la región encomendada, tanto para él y su familia;  pero entre las que interesan a nuestro estudio y de las que solamente mencionaremos algunas están las siguientes: en enero de 1539, Pérez de Bocanegra  obtuvo una merced de caballería y media de tierra en términos de Acámbaro en el lugar llamado Tarimoro o Tarímbaro; en 1543 su hijo Bernardino de Bocanegra obtuvo por merced una estancia para ganado mayor situada en una ciénagas en la sabana de Tarímbaro (Tarimoro) y también en unas ciénagas en un arroyo que se dice Uerireo (Urireo), cerca de una estancia que ya tenía su padre; a su vez Nuño de Chávez[8], otro hijo de Hernán, tuvo otra estancia  ahí mismo y  otro hermano llamado Luis Ponce de León, fue mercedado en la misma sabana entre dos cerros llamados Curoacán (Culiacán) y Auechato (Auaruato). A estas tierras  se acumuló una más mercedada en la misma área  a otro hermano llamado Juan Pacheco, y al mismo encomendero  se dieron otras dos estancias, a estas mercedes se unió una para poder hacer una molino. Todas estas mercedes fueron otorgadas por el Virrey Antonio de Mendoza en el año de 1543. Algunas tuvo también su hija Leonor de Cabrera.
Ya para entonces otros estancieros tenían sus tierras en la región, entre otros: Antonio de Luna, Juan de Cervantes, Alonso Chirino, Martín de Aranda, Bernardo del Castillo, el suegro de Hernán: Francisco de Chávez,  Martín Jofre  y el cacique de Acámbaro, los cuales vendieron sus estancias a Hernán Pérez. Las tierras del encomendero y su familia prácticamente monopolizaban nuestra región en estudio.  Es importante decir  que la estancia para ganado mayor que compró a Martín Jofre, estaba ubicada en los términos del pueblo de Acámbaro y los Chichimecas blancos, y frontera a un cerro  que se llama la Gavia (o Auaruato). Es decir en nuestro valle para ese tiempo había grupos étnicos, uno de ellos era de chichimecas y era  conocido como los Chichimecas Blancos.
Cabe hacer la observación de que en muchas de las estancias obtenidas por esta familia existían muchos “cues” o templos prehispánicos según se menciona en las mercedes otorgadas. Incluso un encomendero preguntó en una ocasión  a don Hernán que si en sus encomiendas no había “cues” ya que él había sacado gran cantidad de joyas y oro de ellos  y que le aconsejaba que los buscara y si los había que buscara en ellos.
Hernán Pérez y su esposa, tuvieron tantas tierras, casas y haciendas que para que no se dispersaran decidieron mejor vincularlas, es decir que sus herederos no las podrían vender sino conservar y acrecentar, para ello obtuvieron de la Corona, en el año de 1562, la facultad de establecer un Mayorazgo, que fue conocido como el de los Apaseos y del cual gozaría su prominente familia, que para entonces estaba enlazada ya con familias de títulos nobiliarios, con otros que ellos mismos obtendrán a poco. Lamentablemente, no mucho tiempo después, vendrá un colapso familiar.
La familia López de Peralta, siguiendo el ejemplo de Hernán Pérez formará muchos años más tarde sus mayorazgos y aprovechando su  desventura adquirirá  de esta familia varias  de sus estancias.  
IV
Chochones
El 29 de octubre de 1761 el Ayuntamiento de Salvatierra envió al obispo de Michoacán Anselmo Sánchez de Tagle una carta en la cual le avisaba que el día anterior había fallecido el Ministro de Doctrina de esa feligresía, y  cura del lugar el franciscano, fray Miguel Velázquez. Como ya estaba vigente la real orden de secularizar los curatos según fueran vacando, es decir que pasaran de ser administrados por el clero regular (religiosos de alguna orden) a serlo del clero secular, (eclesiásticos que no pertenecen a ninguna orden), se presentaba el problema de qué sucedería con la iglesia y convento franciscano de la ciudad, que al dejar de ser la parroquia, se ignoraba sobre su destino. En dicha carta el Ayuntamiento  hace un breve relato de lo ocurrido desde la fundación del convento y lo que se pide, vienen en ella interesantes noticias para nuestra narración. Al efecto dicen:
“Y…para dos fines hemos tenido por conveniente ocurrir a su benigna atención (la del Obispo)…suplicando a el amor y dignación de vuestra Señoría Ilustrísima, que en cuanto a el Convento y asistencia de los religiosos del Señor San Francisco no haya novedad…por la necesidad de pasto espiritual de esta larga feligresía en que no hay en esta ciudad [sino] escasamente  más que dos conventos [el de San Francisco y el del Carmen], siendo el Valle de los más abundantes y abastecidos, el que provee…[hasta]  religiones de otros obispados. Por lo que se pide [que permanezca] el convento del Señor San Francisco [como convento de  Recolección], pues habrá doscientos años que se fundó con ese título…porque Martín Hernández, fundador que fue y a cuya costa se erigió en el Valle de Guazindeo, como bienhechor, les acudió con cuanto fue necesario: este sujeto, como conquistador, y a quien su Majestad hizo varias mercedes, una de de las cuales fue conferirle las licencias necesarias, a su pedimento y el de Juan de Yllanes, que las obtuvieron, [y] en dicho Valle todavía existen las ruinas  de la primera iglesia; y aunque se pasaron a el otro lado del río, [en el] paraje de La Isla, que les donó Juan Izquierdo, fue por súplicas y empeños que le hicieron los vecinos de la Congregación de los Chochones…y también por la gran necesidad que tenían de no poderse vadear el río en tiempos de aguas y estar la tierra con mucho peligro por la belicosa nación de indios del citado nombre de Chochones…”
De la anterior noticia se desprenden varias reflexiones: una es,  que al decir del mismo ayuntamiento, la iglesia y convento de San Francisco, fue fundado en Huatzindeo  como convento hacia la década del 1560, y que no fue un simple hospitalillo, pero tampoco quiere decir que fuera un gran edificio conventual y una gran iglesia. De cuyas ruinas se ha hablado bastante.
Las dificultades en acudir a  la iglesia y pasar el rio Grande sobre todo en tiempos de aguas  para acudir a los oficios eclesiásticos por parte de los lugareños, principalmente de la Congregación de San Andrés de los Chochones, y por las entradas de los belicosos indios chochones,  impulsaron a los comarcanos a pedir la reubicación del franciscano convento e iglesia del otro lado del río, donde obviamente había la mayor población.
El ya muy reconocido hacendado Martín Hernández junto con Juan de Yllanes favorecieron la nueva  fundación, de esta iglesia y convento que fueron se construidas en el paraje conocido como La Isla, propiedad de Juan Izquierdo el cual les donó el terreno.
Si se le conoce como la Isla, es decir que estaba rodeada de agua, por lo que es probable que el actual canal de Gugorrón fuera un pequeño cauce del río que hacía dejar aislado al nuevo convento, lo que ahora es aún vivible ya que para entrar a  la iglesia es necesario pasar por un puente sobre el canal. Estos puentes en San Francisco fueron  varios, de los que aún permanecen al menos dos, en el llamado antiguamente “Bañadero de los caballos” y que daba entrada a la casa conventual y otro que subsiste cerca de la barda de la iglesia de San Antonio, de ambos hay la gran obligación de  ser resguardados en optimas y adecuadas condiciones. Otros dos puentes  que dan acceso a la iglesia ya han sido transformados e incluso el añoso canal ha sido lamentablemente restaurado sin conservar su antiguo aspecto.
Lo más interesante de este escrito para nuestro intento, resulta la mención de los belicosos chochones, que seguramente eran grupos de chichimecas. Esto lo veremos  en las reflexiones finales.
V
En 1553, don Antonio Huitsiméngari, hijo del último gran Señor de los Tarasco, el Gran Cazonci, hizo una información de méritos y servicios para obtener de la Corona mercedes y oficios que compensaran la acción de su padre al reconocer al rey como su Señor. El título es significativo para nuestro ensayo: “Ynformación hecha en la Ciudad de México ante la Real Audiencia a pedimento de don Antonio Huitsiméngari, hijo legítimo y único heredero del Cazonci, que fue de toda la Provincia de Tarasca desde los confines de México…” y fray Pedro de la Peña que presenta la petición agrega hasta Culiacán.
Esto lo confirma el mismo don Antonio en la segunda pregunta de su interrogatorio para comprobar los méritos y servicios de sus antepasados, en la que se dice:  “Si saben y oyeron decir que el dicho Cazonci, fue Rey y Señor legítimo de toda la tierra y Provincia de Tarasca hasta delante de Culiacán que son más de trescientas leguas de Señorío y por la otra parte de México fue Señor hasta cerca de Toluca donde tenía su guarnición contra Montezuma y los Señores de México…” Se vuelve a mencionar el nombre de Culiacán como frontero y lugar de importancia esta vez para los tarascos, este obviamente no es el nuestro.
Para terminar con estas menciones y pasar a las reflexiones finales, diremos que a un lado de Culiacán, en Sinaloa, hemos encontrado un lugar llamado Aguaruto que es también conocido como Aguaruato, Igual al de los dos cerros  citados en la primera parte, y fronteros en nuestro Valle, este último  ahora denominado La Gavia, ¿será una mera coincidencia la cercanía de ambos?
Cabe también recordar que  entre los pueblos que habitan  la zona norte de la región denominada "Mixteca Alta" y limítrofe con Puebla, principalmente en el ex distrito de Coixtlahuaca está un grupo étnico conocido como los chochos, chocholtecas, chochones o chuchones, ¿Será otra nueva coincidencia?

Reflexiones finales
Hemos visto en el primer apartado, cómo se mencionan dos lugares cercanos en las mercedes de tierras que darán en parte origen al fundo legal  de Salvatierra, y son los cerros de Culiacán y Auaruato.
En la parte segunda recordamos cómo el destacado etnólogo y antropólogo alemán Paul Kirchhoff, cofundador de la Escuela Nacional de Antropología e Historia identificó como Colhuaca o Coliuhqui o Colhuacan  y el centro mismo del inicio de la peregrinación de las siete tribus, el mítico Chicomoztoc, en nuestro cerro de Culiacán.
Mucho se ha dicho ya sobre este tema pero lo que deseamos es más que especular, aportar datos e información histórica en apoyo de la propuesta de Kirchhoff,  quien afirmó que fue aquí, en este valle donde se inició una gran migración, al menos del pueblo tolteca chichimeca, lo que es corroborado por el valioso códice  que lleva ese nombre y que se encuentra como se ha dicho en la Biblioteca Nacional de Paris.
Es indudable que nuestro valle presidido por el  majestuoso Culiacán  tiene una muy especial significación no solo para la historia local y del estado sino para la historia antigua de México. El valle de Huantzindeo-Culiacán, fue un lugar densamente poblado de al menos: chichimecas, tarascos, otomíes, nahuas, entre otros pueblos.
Queda comprobado por diversas fuentes que esta región estuvo copiosamente habitada por chichimecos, y se agrega que eran los llamados chichimecos blancos, no por el color de su piel sino porque acostumbraban a pintarse de ese color.
En la parte tercera vimos cómo la presencia de Hernán Pérez de Bocanegra fue definitiva para cumplimentar el poblamiento de nuestro Valle, ya abundoso de estancias repartidas.
El Valle de Huaztindeo estuvo densamente poblado debido a la fertilidad del mismo, a su carácter sacro y a la confluencia de varias culturas que dejaron en él su huella. Todavía hemos sabido y comprobado que en las diversas tierras de labranza se siguen encontrando abundantes rastros de esas culturas.
¿Por qué entonces no se ven entonces los restos de aquellos pueblos? Seguramente la respuesta está en la pregunta que aquel encomendero le hizo a Hernán Pérez de Bocanegra de que buscara en los abundantes “cues” los tesoros que albergara; los otros estancieros harían lo mismo y otro tanto los López de Peralta, y eso que hablamos de mediado del siglo XVII. ¿Qué no se haría con estos vestigios en el resto de los siglos?
¿No es urgente preservar lo poco que aún subsista con apoyo del INAH, pero quedando acá lo que encuentre?
En la parte cuarta  hemos utilizado información de primera mano que menciona tanto la fundación del primitivo convento franciscano en Huantzindeo y su traslado al lugar en donde ahora está y que uno de los motivos para ello fue la presencia de los belicosos chochones, ¿Quién fue en realidad ese pueblo de los Chochones del que poco se sabe? ¿Pertenecieron al mismo grupo de chichimecas que migraron desde acá rumbo a Tula y luego a Puebla donde aún hay grupo étnico con ese nombre en el que solo se coincide el nombre?
Por último en la parte quinta se ha visto que al hacer su información de méritos y servicios don Antonio Huiztiméngari, gobernador de Michoacán e hijo del Gran Cazonci, Señor que fue de la Provincia de Tarasca menciona entre los límites de su Señorío a Culiacán, el de Sinaloa junto a la cual se encuentra coincidentemente el nombre de Auaruato mismo que está en nuestro Valle.
Las anteriores son reflexiones que basadas en fuentes documentales de archivo nos invitan a una profunda meditación.
Con justicia se ha designado recientemente a Salvatierra como pueblo mágico, sin que haya un menosprecio en el rango pueblo-ciudad. Pero se debe estar muy alerta que esa designación sea para beneficio de toda la población y no solo para unos cuantos. Que nuestros salvaterrenses tengan empleos dignos y no subempleos. Que preferencia sean los mismos quienes inviertan en Salvatierra.
Importa mucho que se conserve la estructura urbanística actual y su ecosistema, ya muy deteriorado de por sí y que no vengan como dijo  Alessandro Barico: Las nuevas oleadas de destructores de la civilización… que olvidan que el pasado es la herencia de la humanidad presente”.
En varias conversaciones que tuvimos hace años con el destacado arqueólogo Wigberto Jiménez Moreno en su visita a este valle y al ver los restos que aún quedaban de esos pueblos,  se confesó admirado del mismo y veía el Culiacán y a su valle con ese respeto y emoción que compartimos,  de quien observa un lugar sagrado de nuestro antiguos pueblos, para los toltecas- chichimecos: ¡el mítico Chicomoztoc! Mismo que tenemos aquí cerca.
¿No acaso merecen por ellos  ser nuestro Valle y Ciudad declarados, Patrimonio Mundial de la Humanidad?
Muchas gracias

Armando Mauricio Escobar Olmedo
Morelia, febrero 5 de 2013



[1] El otro patrono San Andrés, lamentablemente ha sido olvidado, pero aún se le rinde homenaje, como tal, en la parte superior del altar mayor de la iglesia parroquial.
[2] Caballería “Se llama también en las  Indias cierto repartimiento de tierras o haciendas que permitieron los Reyes se pudiesen dar a la personas que fuesen pobladores  de las partes que se conquistaban, para que se avecindasen y mantuvieran en ellas…Una caballería es de 100 pies de ancho y 200 de largo…” Diccionario de Autoridades, Madrid, 1729, tomo segundo, página 4.  
[3] Lugar de las Huananchechas o adoratrices del sol, según la versión del Mtro. José Corona Núñez; también conocido como Huatzindeo, Guatzindeo, etc,
[4] Paul Kirchhoff: “¿Se puede localizar Aztlan?”. 1961
[5] Historia Tolteca Chichimeca, Fondo de Cultura Económica, 1989, p 160. Es decir que lo reconocieron como un lugar sagrado, como el lugar prometido.
[6] Cabe recordar que  Curicaueri, el dios principal de los tarascos era representado precisamente como un pedernal o navaja.
[7] Los hijos fueron Bernardino Pacheco de Bocanegra; Nuño de Chávez Pacheco; fray Fernando de Córdova; Luis Ponce de León; Alonso Pérez de Bocanegra; Francisco Pacheco; Juan Pacheco y Leonor de Cabrera.
[8] Nuño de Chávez, Señor de los Apaseos, se casó con Marina Vázquez de Coronado, Marquesa de Villamayor, su hijo Francisco de Córdova y Bocanegra  será Marqués de Villamayor y Conde de los Apasseos quien casó dos veces, la segunda con Juana Colón de la Cueva, descendiente de Cristóbal Colón. De esta manera una trasnieta de Colón fue encomendera de Acámbaro.

1 comentario:

Anónimo dijo...

lo que lei esta muy interesante por yo no sabia mucho del cerro de Culiacan
es muy interesante
me gusto lo del templo y todo lo k dice
pero yo recomendaria las ruinas del tempo las saquemos a flote para que se despierte mas el interés sobre el cerro
también es importante la flora y la fauna que esta en el cerro y cuidarlo mas para que el cerro sea muy hermoso y despierte a la gente para que se meta mas a fondo sobre el cerro