martes, 1 de junio de 2010

Fray José Pérez, un martir de la cristiada recordado el 2 de junio en Salvatierra, Gto.


FRAY JOSÉ PÉREZ: MARTIRIO ENTRE TARIMORO, SALVATIERRA Y CELAYA


Por Ana Paola López Amescua

El sacerdote José Pérez fue otro de los religiosos fusilados en Guanajuato por el ejército en el tiempo de la Guerra Cristera. José Pérez nació en Coroneo el 26 de diciembre de 1890. Ingresó al seminario franciscano de Querétaro en 1904 y profesa en 1912. Durante el conflicto armado, el padre Pérez se encontraba en la vicaría de Jerécuaro, de donde se desplazaba a pueblos y rancherías para oficiar las misas “a escondidas” de las autoridades locales y federales.

El 31 de mayo de 1928, la población “Cañada de Tirados”, Tarimoro, celebraba el fin del mes de la Virgen María; para tal festejo solicitaron a Jerécuaro un sacerdote que oficiara la misa de la celebración, así les fue enviado fray José. Concluida la festividad, un grupo de campesinos se ofreció a acompañar al padre de regreso hasta la vicaría. Era mediodía y al ir pasando por un paraje denominado “El Cajón”, les salió al paso un grupo de militares disparando hacia ellos, logrando matar a uno de los acompañantes y haciendo que dos más “escaparan del susto”. El padre iba vestido de civil, así que no sospecharon que pudiera ser sacerdote. Sin embargo, los soldados les quitan los caballos y avientan las pertenencias que los animales llevaban. Una de las cargas que cae al suelo es una maleta que con el impacto se abre y muestra en su interior ornamentos sacerdotales.

“––¿Quién es el cura?–– preguntaron los soldados
––Yo señor––, respondió fray José”.
Ante tal contestación, los militares aprenden al religioso, dejando libre a sus acompañantes, menos a Mauro López y a Bonifacio Ortiz. Los tres fueron conducidos a Tarimoro (Ruiz González, 2001).
Según el testimonio de Margarita Dorantes, hicieron que el padre caminara descalzo durante el trayecto. “Lo hicieron caminar descalzo, lo lazaron con una reata que decían “llevamos a un toro en venta...” Se comenta entonces que además de ir descalzo, iba amarrado a los caballos, los cuales lo arrastraron por el camino lleno de piedras. En Tarimoro, los apresados fueron exhibidos en la plaza pública. De nada valieron las súplicas de la gente que abogó por la libertad del religioso, hasta la petición del Alcalde de la población fue desoída. La comida llevada a la plaza pública para los presos terminó siendo ingerida por los soldados. A las seis de la tarde el padre, Mauro y Bonifacio fueron conducidos a Salvatierra, donde los remiten a la Hacienda Sánchez, que como ya se mencionó era un cuartel establecido en

la ciudad. El viernes 1º de junio los presos son transportados en tren al cuartel militar de Celaya, ubicado frente a la fábrica “La Favorita”. El sábado 2 de junio el padre es conducido a la Hacienda de Cacalote, Tarimoro. A las cinco de la mañana y por órdenes del coronel Severiano Pineda, encargado de la zona militar de Celaya, el padre José Pérez es fusilado bajo un mezquite.
Tenía 37 años (Ruiz González, 2001). Había un corralito de piedra, ramas con espinas encima para que no pisaran donde el cuerpo quedó muerto. Donde lo mataron había un frondoso mezquite, le decían “El mezquite del descanso” (entrevista a Margarita Dorantes, 2005).

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